El hotel es precioso y su entorno aĂșn mĂĄs. La habitaciĂłn es muy bonita, con dos alturas: en la superior se encuentra la cama, en la nuestra con una Ășnica mesilla y luz de noche, y en la inferior, el baño y el frigo. Al llegar nos encontramos cuatro camas que restaban espaciosidad a la habitaciĂłn. A las habitaciones y el mobiliario les falta mantenimiento. Si abres los ventanales para ver el espectacular paisaje despuĂ©s cuesta horrores cerrarlas, ni decir las mosquiteras. La puerta del baño no cerraba bien, tenĂamos que dejarla abierta, la mampara se quedaba encajada en el suelo del baño y tenĂamos miedo a forzarla por miedo a romperla⊠Problemas que pusimos en conocimiento de recepciĂłn el primer dĂa pero que al no ser puntuales era imposible reparar de inmediato. Por otro lado, aunque los desayunos son correctos, a secas (en la mayorĂa de los hoteles que hemos estado en Colombia han sido mejores), los platos del restaurante nos parecieron regulares y no acordes al precio en cuanto a calidad, por ejemplo, la cazuela de mariscos y pescado estaba inundada de surimi. DestacarĂamos solamente la carta de cĂłcteles sin alcohol. El chiringuito de la playa la Piscinita, con una carta mĂĄs ligera, estĂĄ fenomenal para tomarte una cerveza tumbado en las hamacas del hotel disfrutando del mar. ConclusiĂłn: pagas un disparate para lo que te ofrecen, les salva la ubicaciĂłn y el concepto, que no es poco, porque en lo demĂĄs es un desastre, de hecho, solo por eso probablemente volverĂamos.